Descripción de la Publicación académica:

El Uruguay es un país surgido de un intricado proceso en el que participaron contingentes humanos de tradiciones culturales diferentes. No obstante, la narrativa histórica oficial privilegia el componente europeo, llegado a través de un “alud inmigratorio”. Este alud sepultó las diferencias culturales previas y creó un ciudadano republicano con una identidad centrada en el ejercicio regular de la democracia participativa. Esta ilusión de igualdad democrática, sin embargo, negó e hizo invisible el proceso inter étnico que terminó originando las desigualdades sociales actuales. El proletariado rural de origen indígena fue progresiva e implacablemente expulsado a los cinturones de la ciudad y a mediados del siglo XIX desaparecen los últimos grupos familiares como entidades culturales autónomas. El mestizaje biológico y cultural será el destino de estos grupos humanos originarios. Será una sorpresa que a partir de 1989 aparezcan grupos organizados de descendientes de indígenas charrúas con reclamos y agenda.En Uruguay luego de más de 170 años de abolición de la esclavitud, los ciudadanos afro descendientes mantienen condiciones económicas de extrema precariedad. Si bien los gobiernos han impulsado acciones de discriminación positivas, la situación permanece incambiada, reflejando un racismo estructural del sistema social.Algunas experiencias de arqueología colaborativa vienen siendo impulsadas como medidas de reparación histórica y simbólica. Esta arqueología de fuerte impronta patrimonial permite negociar las tensiones de la historia nacional y reposicionar a descendientes de indios y africanos en relación a su propio pasado y memoria. A través de acciones de investigación arqueológica y gestión patrimonial se ha buscado que estas minorías se empoderen de esa memoria dolorosa, de exterminio y esclavitud.